Sí, me he leído los libros de Los Juegos Del Hambre, lo admito. No sé, vi el trailer de la película y me leí la sinopsis, y tuve esa extranya sensación de que era necesario leer esos libros, que debía haber en ellos y en el tema que trataban una especie de contemporaneidad condensada, un retrato del pensamiento, del sustrato del espíritu global hoy en día. Algo así.
Me dije: si toda esta gente està interesada en una distopía política, y si todo este dinero ha sido puesto en difundirla, significa algo, quiere decir que hay algo allí, para bien o para mal.
Así que así lo hice, leí los libros primero, por el tema de hacerme mis propias imágenes y no ver a los actores moviéndose por mi mente, y luego fui a ver la peli (de la que no vale la pena hablar).
En cierta forma, había acertado en mis previsiones, allí había una curiosa fuerza política, un juego sobre la opresión, la guerra y el poder y los medios, algo muy potente desgraciadamente eclipsado una y otra vez por un personaje débil y una historia de amor tediosa, repipi y, sobretodo, recatada.
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¿Que los niños vienen de donde? |
Esa desigualdad entre personajes totalmente púdicos y violencia cruda me dejó un extraño sabor de boca.
Recuerdo cuando era pequeño y me preguntaba a qué demonios se debía que pudiera ir al videoclub a alquilar pelis en VHS sobre matanzas y gore (lo que hacía complacido), y que las películas porno, que de todas formas no hubiese podido alquilar, estuvieran escondidas detrás de una cortina.
Todavía es algo que me desconcierta hoy en día, aunque la aceptación de las imagenes pseudopornográficas en el imaginario colectivo y el acceso a internet hacen que a veces se olvide este contraste, que, en cambio, me atrevería a decir que cada vez es más fuerte.
El hecho de que un personaje de 17 años, seguido en primera persona hasta sus pensamientos más íntimos, no tenga ningún tipo de deseo sexual, es sencillamente censura. Es una aberración en consonancia con décadas de princesas disney temiendo la libertad y buscando padres protectores.
Pero no quiero entrar en la psicología del personaje, si no en el fenómeno mediático en sí. En el hecho de que en un producto dirigido a menores, uno se tome la libertad de incluir violencia hiper explícita incluiendo torturas y desmembramientos, y que en cambio, no permita a ningún personaje tener el más mínimo deseo sexual.
Aunque me equivoco: sí que hay unos pocos personajes (mencionados como algo lejano) que manifiestan su sexualidad, y es cuando el libro alude a la prostitución. Y en ese caso, la líbido es representada como algo perverso y ajeno a la esfera psicológica de los personajes principales.
El discurso antibelicista del libro y advertencias a las mecánicas de poder son fantásticas y muy interesantes en un momento en que la palabra revolución es usada con mucha frecuencia. Pero pierde fuerza cuando el libro falla estrepitosamente en revolucionar los perfiles psicológicos de los personajes y los somete a una mordaza sexual.
Podemos ver gente perpetrando actos de sadismo cada día en la televisión, matándose, golpeándose, prendiéndose fuego los unos a los otros. Nuestros gobiernos dedican abiertamente una cantidad indecible de recursos a entrenar personas y desarrollar estrategias y tecnología para exterminar a otros seres humanos.
Pero muestra un solo pezón y youtube descolgará tus videos, muestra un pene y tu cadena de televisión recibirá docenas de quejas y demandas.
Las únicas imagenes que recibimos son de sexo a escondidas, el sexo como algo indecoroso, el sexo como una relación de poder, el sexo como un desahogo, el sexo como algo perverso, el sexo como una expiación. Pseudopornografía por todas partes, en tu desayuno y en tu pasta de dientes, pero ni una sola imagen de dos personas, desnudas, tranquilas, completas, amándose. Ni una.
El sexo, una exaltación de la unión entre dos (o más) personas, deviene algo prohibido, secreto, sucio. Y la violencia, el éxtasis del miedo, el odio, son utilizadas constantemente como espectáculo, naturalizándolas y envolviéndolas de heroicidad.
Personalmente, creo que tiene mucho que ver.
Dudo mucho que Suzanne Collins pensara en nada de esto conscientemente. Más allá de todos sus fallos como escritora y de lo olvidable de una narración y unos personajes sin muchas capas, creo que ha hecho una muy buena reflexión sobre el funcionamento del poder y los peligros y las trampas de sus estructuras. Probablemente solo evitó el sexo a toda costa para hacerlo accesible al público juvenil en unos Estados Unidos conservadores. Desgraciadamente, al aceptar unas normas se imprime en el acto la transmisión del mensaje intrínseco en éstas.
Un mensaje que nos es bombardeado a todas horas. Cada vez que se aceptan las convenciones de lo que es visible y lo que es censurable.
Y el mensaje es "divide y vencerás".